Pese al mandato bíblico de «no desearás a la mujer de tu prójimo» (o al marido de tu prójima), el adulterio ha sido una constante en la historia de la Humanidad desde que ésta, por distintas razones, decidió inclinarse por la monogamIa. Aquí un vistazo a cómo era visto y sancionado el adulterio en los tiempo medievales
El adulterio era considerado en la Edad Media un delito, un pecado y una deshonra de tipo religioso, puesto que atentaba contra la santa institución del matrimonio y alteraba el normal funcionamiento del orden social al aparecer la figura del bastardo…pero…
Claro que no todo se medía con la misma vara y ello dependía básicamente del sexo que lo provocase. Si el adúltero era el hombre, se decía que había caído en el amancebamiento o cometido «una falta espiritual», mientras que si lo realizaba la mujer eran directamente adúltera y se la solía sancionar con el pago de una multa,
Siempre hablando de aquellos tiempos medievales (especialmente de sus inicios) el marido estaba facultado a matar a los adúlteros y a disponer de sus bienes como quisiera. Posteriormente, la figura del adulterio sería regulada por el Derecho Castellano antiguo. Saltando unos siglos hacia atrás, donde también los «pata ‘e lana» la podían pasar realmente mal era en Grecia, ya que según la ley el marido ofendido podía sodomizar a quien le había metido los cuernos.
Y qué mejor para cerrar este repaso que una mención a uno de los cuentos que integran «El Heptamerón», uno de los volúmenes con mayor contenido erótico de la Edad Media que fuera escrito por la reina Margarita de Valois. El cuento se titula ‘El marido tuerto’ y trata sobre una joven esposa que se enamora de un hidalgo y, cuando es descubierta por el tullido marido del título, sale de la habitación dándole un beso en el ojo bueno, mientras su amante se escabulle.